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BIBLIOTECA

DE

AUTORES ESPAÑOLES,

DESDE LA FORMACION DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DIAS,

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IMPRENTA DE LA PUBLICIDAD, Á CARGO DE D. M. RIVADENEYRA,

CALLE DE JESUS DEL VALLE, NÚM. 6.

1850.

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ADVERTENCIA.

La merecida popularidad de que goza el nombre de DON LEANDRO FERNANDEZ de MoRATIN, como uno de nuestros mas insignes escritores, nos indujo á destinar á sus obras el segundo tomo de esta Biblioteca, después de Miguel de Cervantes Saavedra. Si alguno, por su particular predileccion á tal ó cual género de literatura, ó á determinados autores, hubiese preferido otra colocacion, podremos decirle para abreviar razones que, en una coleccion semejante, el órden de la publicacion es materia hasta cierto punto secundaria, mera cuestion de tiempo, que satisfactoriamente para todos quedará resuelta, á medida que vayamos adelantando nuestros trabajos.

Creimos desde luego que añadiríamos un grande interés á este tomo, si á las producciones de tan señalado ingenio hiciésemos preceder las de su padre DON NICOLAS ; no precisamente por los vínculos tan estrechos de la sangre, que no siempre abarcan iguales disposiciones y tendencias, sino por la conformidad de miras con que sucesivamente procedieron padre é hijo, animados de una misma idea: la reforma del teatro español con arreglo á los preceptos clásicos; empresa que el primero acometió con ardor, y el segundo remató con singular felicidad. La breve vida de un solo hombre no fué suficiente para realizar el arduo pensamiento; pero hubo un heredero que lo aceptó; y los esfuerzos de los dos forman una sola accion en esta parte de los anales literarios.

Hay además la circunstancia de que las obras de MORATIN el padre no son tan conocidas como merecen. Impresas separadamente en varias épocas, nunca han sido recopiladas; pues recopilacion no puede llamarse (ni tampoco lo pretende) el tomo de poesías póstumas que salió á luz en Barcelona el año de 1821, donde no se comprenden sino muy pocas de las que en sus mocedades publicó en forma periódica bajo el título de El Poeta : algunas de ellas se hallan mutiladas y reducidas á lijerísimas muestras, como el poema de la Caza, y se omiten las cuatro composiciones dramáticas que se le deben: monumentos preciosos, si no por su mérito absoluto, á lo menos por las bellezas que encierran, y por la influencia que sin duda ejercieron en los progresos del arte y en la revolucion de las ideas.

A esta falta hemos procurado suplir, valiéndonos de cuantos medios se han hallado á nuestro alcance; y para dar alguna muestra de su prosa (si bien en nuestro concepto la prosa castellana no recobró su majestad y energía hasta los tiempos de Jovellanos) hemos reproducido los apuntes del autor sobre las fiestas de toros, que por su curiosidad parecerán sobrado concisos, aun á los menos aficionados.

De las obras del hijo existen varias ediciones mas ó menos completas; pero ninguna tanto como la que presentamos. Hemos comparado los testos, escogiendo los mas legítimos, y tales deben considerarse los de las ediciones revisadas por el mismo autor en los últimos años de su vida; pues á nadie puede disputarse el derecho de pulir sus propios escritos, á guisa de codicilo de la herencia intelectual que lega á la posteridad. Pero como algunos de los retoques fueron conocidamente hechos por motivos ajenos á la literatura, y por respetos transitorios y caducados que no nos hallamos obligados á guardar, donde quiera que hemos adquirido este convencimiento, notamos las variantes que resultan de las copias mas autorizadas y de las ediciones primitivas. Bastante inédito sacamos de la oscuridad, como verá el lector, aunque sospechamos que existe algo mas. No queremos desaprovechar esta ocasion de rendir públicamente las gracias á los amigos que nos han proporcionado tan preciosos hallazgos.

No sin cortedad anunciamos que nos hemos atrevido á poner algunas notas, mas de las que al principio nos habíamos propuesto. Si esto no se juzga como un mérito que recomiende la presente edicion, séanos lícito siquiera alegar algo en nuestra defensa. MORATIN en sus Origenes del Teatro español trazó en grandes líneas la historia de él hasta LOPE DE VEGA; luego en el Discurso preliminar á sus comedias nos describe la regeneracion dramática que se verificó en el siglo pasado. Sus repetidas ausencias en el estranjero, al paso que le proporcionaron el exámen de muchos documentos, le privaron de otros que hubiera probablemente descubierto y no han sido conocidos hasta después, ocultándole noticias tradicionales que hemos procurado recoger, y hubiéramos hecho mal en no publicar, ya que tan oportuna ocasion se nos venia á la mano. Aun en esto hemos, para no errar, solicitado auxilios ajenos, pero tan autorizados que bastará leer los nombres suscritos á algunas de las notas para lograr que se disimule y aun se aplauda nuestra osadía.

Finalmente, como MORATIN no se desdeñaba, antes bien hacia cierto alarde de ser buen traductor, en las composiciones que tomó de otras lenguas hemos copiado el testo original: prodigalidad, si se quiere, pero insignificante en una edicion tan económica. Cuando esto no produzca otra ventaja que la de enseñar por ejemplos prácticos el arte de traducir, que en tan torpes manos suele andar hace dias, habremos logrado acudir á uno de los puntos débiles y poco defendidos por donde de contrabando se introduce tanta corrupcion en el campo de la lengua castellana.

La Vida de MORATIN (D. Nicolas) es la que escribió su hijo para la edicion póstuma de Barcelona no podíamos escoger otra sin perder en el cambio, y sin defraudar á nuestros lectores de una obra que de todas maneras está comprendida en el objeto de este tomo. La Vida de MORATIN (D. Leandro) ha sido escrita con presencia de las publicadas hasta el dia, y fundada además en testimonios los mas auténticos. Esperamos que el público apreciará nuestra sincera voluntad.

VIDA

DE

2

DON NICOLAS FERNANDEZ DE MORATIN,

FLUMISBO THERMODONCIACO (1).

DON NICOLAS FERNANDEZ DE MORATIN nació en Madrid, de familia noble de Asturias, en el año de 1737. Era su padre jefe de guardajoyas de la reina doña Isabel Farnesio, la cual, muerto su esposo Felipe V, se retiró acompañada del infante don Luis al sitio de San Ildefonso, en donde permaneció durante el reinado de Fernando VI. Allí recibió Moratin su primera instruccion; y como desde muy niño hubiese manifestado un talento, en gran manera superior al de otros hermanos que tuvo, quiso su padre que siguiera la carrera de las letras, y le envió á cursar filosofía al colegio de jesuitas de Calatayud. Pasó después á Valladolid á estudiar leyes, alternando las lecciones de la escuela con la amenidad de los poetas clásicos griegos y latinos, arrebatado de una inclinacion vehemente, que le hacia preferible aquella distraccion á cuantas ofrecen la juventud y la libertad.

Graduado en leyes volvió á San Ildefonso, en donde se casó muy á gusto de sus padres (2) y de la reina, que inmediatamente le nombró ayuda de su guardajoyas. Muchas veces, procurando aquella señora alguna diversion á sus frecuentes melancolías, le llamaba á su cuarto, le pedia noticias de la vida escolástica, y se reia con las graciosas descripciones que la hacia Moratin del impertinente y ridículo ceremonial de las borlas, de los trabajos y angustias de las posadas, las músicas, los vítores, las palizas y las incursiones nocturnas que padecian las calderas del malcocinado de Valladolid.

Por la muerte de Fernando VI cesó el retiro en que habia vivido doce años la reina madre, que entró en Madrid con alegrías de triunfo, y en calidad de gobernadora, en tanto que su hijo Carlos III llegase á España. Restituido Moratin á su patria, que no conocia, tuvo ocasion de observarla sin las preocupaciones de la costumbre: vió sus bibliotecas, sus espectáculos, sus fiestas populares, sus tribunales, sus templos; procuró el trato de los que mas sobresalian en el estudio de las ciencias y de las artes; y á pocos meses de haber llegado ya era amigo

(1) Esta Vida fué escrita por don Leandro Fernandez de Moratin, quien cumpliendo la voluntad de su padre, quiso rendirle este homenaje de respeto, cuando en 1821 publicó en Barcelona la coleccion de las obras póstumas del mismo, con arreglo al manuscrito que pocos meses antes de su muerte habia entregado corregido y firmado á su amigo don Ignacio Bernascone. Podria quejarse el público de un grave perjuicio, si hubiésemos sustituido otra relacion, que nunca pudiera competir con la presente, dictada por el amor filial, escrita con una elegancia digna de tan docta pluma, y enriquecida con noticias preciosas y bien agrupadas sobre los sucesos públicos de aquella época, y el estado y progresos de nuestra literatura durante la mayor parte del reinado de Carlos III.

(2) Llamábase su padre don Diego, natural de Madrid, y su madre doña Inés Gonzalez Cordon, natural de Pastrana, de honrada familia de labradores de la misma villa: su esposa fué doña Isidora Cabo Conde, natural de Aldeascca, cerca de Arévalo.

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